Si, vivimos en el país de la injusticia social. Mientras millones de mexicanos de todas las clases sociales salen diariamente a trabajar para poder sostener a sus familias. Se esfuerzan por darle educación a sus hijos. Trabajan de sol a sol por ganar un sueldo que en muchas ocasiones ni siquiera alcanza para los mínimos de comida y sustento; un grupo muy pequeño y selecto de nuestro país, se enriquece con los beneficios que le brinda el poder.
La sociedad se pregunta ¿cómo es posible que una actriz pueda adquirir una casa de 7 millones de dólares? La respuesta es muy simple: en México todo es posible cuando las influencias, el poder y la política se juntan.
Ni siendo la actriz más cotizada del país, ni siendo la esposa del Presidente de México cuadran las cifras.
El Presidente percibe un sueldo de $193,478 mil pesos mensuales. Según su declaración patrimonial, el Presidente Enrique Peña declaró cuatro casas, un departamento, cuatro terrenos, obras de arte, joyas y cuentas bancarias, entre las cuales no se nombró la casa de las Lomas de Chapultepec. Esta claro que con ese monto mensual no es posible adquirir esa propiedad.
La casa está registrada a nombre de la compañía Ingeniería Inmobiliaria del Centro, firma controlada por Grupo Higa, del empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, misma empresa que ganó contratos millonarios mientras Peña Nieto era Gobernador del Estado de México. Eso explica de dónde pudo provenir el dinero para adquirirla.
La indignación social va en aumento. Los mexicanos están cansados de la corrupción, los abusos, la impunidad, las mentiras y la trágica realidad que se vive en nuestro país. La Casa Blanca de la familia Peña Rivera vino a detonar la rabia contenida de los mexicanos que ven con claridad que en el México de la impunidad todo es posible. Desaparecer personas, se puede. Asesinar, robar, dar moches, dar contratos ilícitos… todo es posible mientras haya voluntad política.
La diferencia del México actual es que la sociedad ya no se queda callada. Ante tal abuso, los mexicanos exhiben a sus gobernantes. Salen a las calles y se manifiestan. Exigen a las autoridades justicia. Se indignan públicamente. El hartazgo de la ciudadanía frente a la ineficiencia de las autoridades ha quedado claro. La voz de la ciudadanía es contundente: basta de violencia, de abusos, de mentiras y de impunidad.
